-¿Me ayudas?- Le dije con miedo.
Y él me contesto: -No. Te has metido tu solo y por lo tanto puedes salir tu solo. Pero ahí fue cuando le dije que tenía una aleta mala y él se dio la vuelta y resulto ser que tenía una aleta prácticamente rota y en un costado lleno de arañazos. Y empecé a seguir sus instrucciones de cómo salir, hasta que lo conseguí. Entonces mis amigos se pusieron muy contentos tras mi hecho y Guill dijo que esta noche me iban a dar la bienvenida con una celebración que ellos hacían. Por la noche, la gamba me despertó y me llevo al monte escupitájulus donde me invitaron a ser de su club pero con una condición, que sea capaz de cruzar sin medo el anillo de fuego.