Llego el primer día de clase, y estaba muy contento porque
iba a conocer a amigos nuevos.
Me levante el
primero, y como mi papá no se levantaba, le desperté.
Antes de salir, me obligo a peinarme y me dijo que tuviera cuidado, que el mar
no es seguro.
Cuando íbamos de camino al cole, mi padre y yo
estuvimos hablando de la edad de las tortugas, pero como nunca había conocido a ninguna, pues no sabía cuánto
tiempo podían vivir. Por fin, llegamos al cole, donde un montón de madres con sus hijos
esperaban al profesor, ¡Que era un pez manta! Cuando llego, nos dijo que subiéramos que íbamos a ir a una excursión, pero cuando me
toco ama,
me dijo que como era nuevo tenía que responder a una pregunta, que era:
-¿En qué clase de
casa vives?- y entonces respondí:
-Anemonona, amona...... y mis
compañeros se empezaron a reir de mí, hasta que por fin logre pronunciar la palabra: ¡ANÉMONA!
Y mi padre, como no, le dijo a mi profe que no podía nadar bien porque tenía una aleta
mala, pero él le dijo que no pasaba nada, que no se iba a separar nadie del
grupo.
Comenzamos nuestra excursión hasta que llegamos al Cantil del Arrecife, (el sitio donde a mi
padre le daba muchísimo miedo), no porque hubiera tiburones ni
nada de eso, sino porque apartar de ahí se iba a mar abierto.
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